
Noches de añoranzas, noches que sienten
la tibieza de la soledad. Mientras mi mano
guía mi sentir hacia los recuerdos,
Adormecidos que aún no sanan tu partida.
Recordando momentos que el tiempo no disipa
Y no lo hará jamás.
Te extraño y aún siento tu pasar suave
por la cocina, donde era tu lugar preferido
lugar que no he tenido.
La casa, mi casa
tu y tu cocina,
Llena de recuerdos,
donde el mate no faltaba para comenzar
a trenzar recuerdos de tu vida sacrificada.
¿Donde estas? ¿Dónde?
En qué lugar.
Recorro tus escondites y no te logro
encontrar, sólo en mi mente.
Y me quedo sola, en noches solitarias,
Sintiendo tu llegada, despacito para no despertar
al niño que duerme. Eso decías...
Y nuevamente tú y yo sentadas con el mate
y los recuerdos contados una y otra vez.
Notaba que ya tu mente no era como antes
y de pronto
Olvidaste los mates y los recuerdos seguían
en tu memoria, pero te olvidaste de mi
Querida Mamá.
Me dices señorita, me dices santa
pero ya no mi nombre.
Y lloro, lloro en silencio.
Y me repites ¿por qué llora señorita?
Por los recuerdo Madre, por los recuerdos.
Y comienzo a cuidarte, te cambio los pañales
te doy el alimento, te baño, te pongo hermosa,
pero ya no me recuerdas. Me convierto en madre
de mi propia madre.
Y te mueres en un día soleado de marzo y no
me esperas, te mueres sola pero sintiendo
Que tus hijos te han amado y cuidado con desvelo.
Voy a tu encuentro, miro tu rostro limpio, te cubro
de besos y siento en ti una gran paz que logras
transmitir, se que con Dios en su morada estas,
Madre mía, Madre Santa.
Aún te lloro y no puedo evitarlo
dejaste en mí un gran vacío,
Eras mi gran amiga y compañera,
Eras mi todo.
Eyina.
30/08/2009